+ ¡NO TE QUEJES TANTO!

¿Por qué nos quejamos tanto?,  ¿de qué nos sirve quejarnos?, ¿es únicamente una costumbre o hay más?, ¿pero tenemos derecho a quejarnos?, ¿y si no me quejase tanto qué ocurriría?,.... estas  y otras preguntas pueden ser  respondidas de alguna manera en esta selección de artículos y vídeos que propongo en este post...



La espiral de la QUEJA  (Artículo de Gemma Sánchez Cuevas)

¿Cuánto te quejas a lo largo del día? ¿Cuánto tiempo le dedicas a la queja? Detente un momento y piénsalo…
Cada uno de nosotros suele tener una colección de quejas esperando a salir. Nos quejamos del trabajo, de nuestra pareja, de aquel amigo, de cómo nos trataron en el último restaurante al que fuimos… La lista podría ser infinita.

Artículos del Blog LA MENTE ES MARAVILLOSA

Quejarse se está volviendo una adicción en la sociedad. Sin embargo, tras haber lanzado todo aquello que no nos parecía bien, volvemos a nuestra rutina normal, mientras que la queja poco a poco se va sepultando en el olvido.
“Si tu mal tiene remedio, ¿por qué te quejas? Si no lo tiene ¿por qué te quejas?” -Proverbio oriental-

Queja como estilo de vida
La queja podemos utilizarla en ocasiones, como modo de descarga o válvula de escape, el problema viene cuando nos aferramos a ella y la convertimos en algo indispensable en nuestras vidas. De esta manera, focalizamos nuestra atención sobre lo negativo y lo convertimos en un estilo de vida.

Si lo pensamos, la espiral continua de quejas, no nos lleva a ninguna parte, al contrario nos paraliza. El psicólogo Joan Garriga afirma que “Quejarse baja la vitalidad de las personas”.
Quejarse no cambia las situaciones, tampoco a las personas ni a las cosas, tan solo informa de que la realidad no nos agrada.
La queja no resuelve nada, a no ser que la emitamos tan solo para desahogarnos, pero esto resulta eficaz cuando no es repetitivo en el tiempo, de lo contrario, resulta inoperante, pues no aporta soluciones. ¿O crees que porque te quejes mucho las situaciones van a parecer distintas? ¿O que todo se resolverá por arte de magia?


Quejarse evita la responsabilidad
En ocasiones, la queja también nos indica una falta de responsabilidad ante las personas y las situaciones, o la recreación en la posición de víctimas.
Seguro que a vuestro alrededor identificáis alguna persona que se queja de su situación, pero no hace nada por resolverla, al contrario, solo sabe hablar de ella, centrándose en lo negativo, sin buscar soluciones ni alternativas. Se ha acomodado.
Hay que tener en cuenta que cuando nos quejamos, acusamos a los demás o a las circunstancias de nuestra infelicidad, quedamos exentos de toda responsabilidad, como si nuestro bienestar dependiera del exterior. Nos convertimos en víctimas de nuestra realidad.
La queja niega el poder que tenemos, resistiéndose a aceptar y asumir la realidad, paralizando la acción y bloqueando el futuro.
De hecho, cuando alguien ha establecido como hábito la queja continua, es porque detrás de ella, seguramente se esconde algún beneficio, por lo que conviene observar qué hay detrás de esa queja, la necesidad escondida.

Deja de quejarte y actúa
Al quejarnos manifestamos que las cosas no han salido como pensábamos o que el otro no ha actuado como queríamos, solicitando que sean resueltas. Pero la queja, no se resuelve desde fuera, sino desde uno mismo, en nuestro interior.
De nada vale quejarse, si después no te pones en marcha a buscar soluciones o alternativas. Incluso, en ocasiones tan solo con pararnos, observar y comprender lo sucedido será suficiente. Es nuestra decisión orientar nuestra energía a vivir o a ir muriendo poco a poco.
Preguntarnos de manera sincera para qué nos sirve la queja que estamos emitiendo, nos permitirá descubrir aquello que necesitamos.
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En la actualidad, existe una iniciativa a través de Internet, que propone dejar de lamentarse por cosas cotidianas. Los autores de este movimiento, Blancpain y Pelgrims, expresan la importancia de los beneficios que se obtienen si dejamos de quejarnos durante un mes. Por un lado, obtendremos un mayor nivel de felicidad y por otro, la adquisición de conocimientos sobre cómo nos comunicamos con nuestro alrededor, afirman.

Y tú, ¿podrías pasar un mes entero sin quejarte? Si somos capaces de descubrir nuestra libertad dentro de nuestra esclavitud, también podremos hallar nuestra alegría o nuestro bienestar, bajo la cubierta de la victimización.




Yo me quejo, tú te quejas… todos nos quejamos 
Artículo de Yamila Papa


Los motivos de las quejas

¿Sabías además que la queja no conduce a nada? Es decir, no por quejarte van a bajar el precio de las frutas, ni tu jefe será el más bueno del mundo, tampoco mágicamente la carretera estará sola para ti, ni el clima será perfecto los 365 días del año.

Según una teoría, las personas que se quejan no lo hacen por el asunto en particular, sino que esa es su manera de demostrar lo insatisfechas que están, lo vacías que se sienten o la soledad que experimentan. Esto es porque aún no han podido hallar “la sal de la vida” ni ser felices con los pequeños detalles cotidianos.

En segundo lugar, las personas se quejan como un hábito heredado, ya sea por la familia o por la sociedad. En muchos casos, lo único que sale de sus bocas son cosas malas y consideran que si no existieran las quejas, tampoco los temas de conversación.

Otra de las causas por las cuales el “quejismo” (con permiso de usar esta palabra) existe, es porque la falta de empatía provoca un gran egocentrismo. Creernos que nos merecemos más que los demás por razones infundadas o imaginadas nos hacen estar descontentas todo el tiempo.
Si no obtenemos lo que queremos, nos quejamos. No nos ponemos en el lugar del otro, pensamos que llueve, hay retraso en el autobús o aumentó la leche porque el Universo está en nuestra contra.

Y por último, nos quejamos porque no sabemos ser agradecidos. Puede que hoy te quejes por el precio de la carne, pero ponte a pensar por un instante, ¿cuántas personas no pueden acceder a un alimento en el mundo? Te quejas por tu trabajo, ¿sabes la cantidad de desempleados que hay en nuestro planeta?
Y así podríamos seguir enumerando cosas por las cuales deberías decir “Gracias” al levantarte y al acostarte. Quejarte no te llevará a nada, porque el simple hecho de cargar contra el destino, Dios o el Sistema Solar no va a mejorar la situación.
Si algo no te agrada, trata de cambiarlo, pero no te quejes. Sal de tu “zona de confort” y comienza a tomar acción por aquello que deseas que sea diferente.





Psicología de la queja


Entendiendo LAS QUEJAS desde la Neuropsicología

¿Por qué es malo quejarse todo el tiempo?

Primero se debe entender cómo se elabora la información en el cerebro. La base del funcionamiento cerebral es la comunicación entre las células nerviosas, es decir la neurotransmisión a partir de las sinapsis entre neuronas. Con cada pensamiento, el ser humano activa mecanismos en el cerebro mediante los cuales se liberan muchos neurotransmisores a la vez. Estos son los encargados de transmitir la información de una neurona a otra y así la comunicación va llegando a todas partes. El cerebro está formado por toda una red de neuronas interconectadas entre sí. No obstante, dentro de este caos existe un orden. El cerebro se divide en áreas encargadas de diferentes tipos de información. Esto significa que cada área tiene sus conexiones concretas. Hay algo parecido a patrones, caminos iguales de sinapsis con sus neurotransmisores particulares que podemos reforzar o desactivar. Es lo que llamamos «Neuroplasticidad».
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¿Qué es la Neuroplasticidad?

La Neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para cambiar, para adaptarse como resultado de la experiencia. Esto significa que con nuestra conducta podemos cambiar nuestro cerebro, podemos reforzar o debilitar los circuitos cerebrales dedicados a algo en concreto. Pues bien, se ha comprobado que las quejas refuerzan los circuitos cerebrales del pesimismo. Además, estos circuitos se hacen más fuertes y rápidos con la práctica, hasta el punto de que pueden llegar a convertir una conducta en automática. Por ejemplo, si reforzamos nuestros circuitos cerebrales relacionados con la ansiedad poniéndonos nerviosos prácticamente todos los días, estamos reforzando ese circuito hasta el punto de que nos ponemos nerviosos de manera inconsciente ante el mínimo estimulo.
Lo mismo ocurre con las quejas y la negatividad. Es la pescadilla que se muerde la cola. Cuanto más te quejas más alimentas esos circuitos hasta que tu cerebro está fuerte y rápido en su reacción ante lo negativo y ya está predispuesto a reconocer todo lo malo. Así pues, caemos en el círculo vicioso de la negatividad, la negatividad desemboca en estados de tristeza, de estrés y con todos estos estados emocionales se liberan hormonas como el cortisol. Esta hormona en pocas cantidades es necesaria y beneficiosa para el organismo, es la encargada de activarnos, pero cuando se libera en grandes cantidades se vuelve muy dañina pudiendo causar enfermedades del sistema inmune, infecciones y aumento de la presión sanguínea entre otras.

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